A veces, te pierdes. Te pierdes, y sabes que estás perdido, pero no tienes forma de encontrarte, muchas veces porque, en realidad, no quieres encontrarte. Porque tienes miedo. Tienes miedo de ti, de descubrirte peor de lo que creías, y, sobretodo, de que la gente te vea. Tienes miedo de que la gente te vea de verdad, sin velos, sin máscaras. Pero creo que, aunque esté aterrorizada, necesito encontrarme y convivir conmigo. Creo que necesito mirar a mis lobos a la cara, y enfrentarme a ellos arropada en mi miedo, en mis máscaras, en mis velos.
Por eso, hoy, comienzo este blog.
Y que el destino dirija.